Tomates, información sobre la tecnología de cultivos

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El tomate (Lycopersicon esculentum) se cultiva por su fruto, que se consume cuando está fisiológicamente maduro, pero también crudo para encurtir. Los frutos del tomate se consumen frescos, preparados o en conserva y son ricos en vitaminas, azúcares, aminoácidos y ácidos orgánicos. En su composición química influyen la variedad, las condiciones edafoclimáticas y la tecnología aplicada.

El tomate es originario de América Central y del Sur. En Europa, se cultivaron por primera vez en España, Portugal e Italia. En China y Japón, los tomates llegaron en el siglo XVI. Hoy en día, el tomate es una de las hortalizas más cultivadas. El cultivo comercial del tomate se inició en Francia en 1880.

Particularidades botánicas

La raíz penetra 1,5 m en el suelo y tiene numerosas ramas laterales. Crecen rápidamente, dependiendo de la temperatura del suelo. El tallo puede tener un crecimiento indeterminado, semideterminado o determinado, según la variedad. Los tomates pueden formar muchos vástagos, que se eliminan en determinadas variedades, según el tipo de crecimiento.

Las hojas están divididas, con hojuelas de diferentes tamaños, dispuestas alternativamente. Sus foliolos tienen forma ovado-lanceolada. La inflorescencia es cimiforme y aparece en los entrenudos. La flor es de tipo 5, amarilla, autógama. El fruto del tomate es de tipo baya, de diversas formas, tamaños y colores. Las semillas son ovaladas alargadas, con pelos plateados.

Requisitos climáticos y de suelo

Los tomates son plantas termófilas, sensibles a las bajas temperaturas. Las semillas germinan a temperaturas superiores a 10℃, con un óptimo de 22-24℃. La raíz se desarrolla óptimamente a temperaturas entre 26 y 32℃. La alternancia de temperaturas de 14℃ por la noche y 25℃ durante el día durante el período de crecimiento de las plántulas conduce a un aumento del número de flores en la inflorescencia. Si la temperatura por la noche es alta, el crecimiento vegetativo se desarrolla más. Las temperaturas óptimas de crecimiento y fructificación del tomate se sitúan entre 17 y 23℃.

Luz
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Desempeña un papel importante en el crecimiento y la fructificación de los tomates. Las plantas se desarrollan normalmente cuando la intensidad luminosa se sitúa entre 3000 y 6000 lux. Una luz insuficiente en la fase de plántula provoca un desarrollo y una etiolación (elongación) deficientes.

En la fase de fructificación, la insuficiencia de luz provoca una escasa fructificación y una reducción del rendimiento. Si hay poca luz durante la fase de maduración, el proceso se prolonga. En el caso de cultivos en zonas protegidas, se requiere iluminación adicional o el cultivo de híbridos destinados a cultivos extratempranos.

Humedad

Las plantas de tomate tienen unas necesidades moderadas de humedad, pero para obtener rendimientos elevados se recomienda un riego regular. La frecuencia del riego y la cantidad de agua aplicada están relacionadas con factores ambientales. En épocas calurosas, los cultivos se riegan incluso a diario, preferiblemente mediante sistemas de riego por goteo. El momento óptimo para regar es a primera hora de la mañana. Durante el período de fructificación, la alternancia de períodos de sequía con exceso de agua provoca el agrietamiento de los frutos. Los tomates prefieren valores de humedad relativa del 50-60% para evitar el desarrollo de enfermedades fúngicas como moho gris, mildiú, etc.

Fertilización

La fertilización es un eslabón importante, ya que las plantas tienen grandes necesidades de nutrientes. La necesidad de nutrientes es mayor durante la floración y el cuajado de los frutos, así como durante su crecimiento y maduración. Si durante el período de crecimiento vegetativo, las plantas necesitan mayores cantidades de nitrógeno, después de que las plantas empiezan a dar fruto, aumenta la necesidad de fósforo, potasio y otros elementos.

El nitrógeno desempeña un papel importante en el desarrollo vegetativo de las plantas, pero también en la fructificación. La carencia de nitrógeno se manifiesta por la formación de puntas delgadas con hojas pequeñas. El fósforo interviene en el desarrollo de las raíces, estimula la floración y asimila el nitrógeno. La insuficiencia de fósforo provoca el aborto de las flores, la escasa fructificación, las hojas tienen una tonalidad púrpura y los frutos se agrietan. Los tomates consumen grandes cantidades de potasio, especialmente durante el crecimiento y la maduración del fruto, con efectos sobre la calidad del fruto y la resistencia de la planta a las enfermedades.

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El calcio interviene en el desarrollo de las raíces y en la formación de la pared celular, con efectos sobre la calidad de la fruta.

Los primeros síntomas de carencia de calcio pueden observarse en el fruto, por la aparición de una zona podrida en la zona del cáliz (en la parte superior del fruto) y, posteriormente, pueden aparecer hongos del género Alternaria en esta zona.

Para suministrar a las plantas los elementos necesarios para el crecimiento y la fructificación, se recomienda aplicar abonos radiculares y foliares.

Los tomates crecen bien en suelos francos, ricos en minerales y con un alto contenido de humus, con un régimen aero-hídrico óptimo, y no prefieren los suelos pesados y arcillosos. Son adecuados los terrenos llanos con aguas subterráneas poco profundas, sin malas hierbas y con un pH poco ácido. El aire desempeña un papel importante en el cultivo del tomate. El aumento de la concentración de CO2 en el aire en las zonas protegidas (invernaderos, invernaderos de polietileno) da lugar a aumentos significativos del rendimiento.

Cultivo

CULTIVO DE TOMATES EN EL CAMPO

Rotación de cultivos

Los tomates pueden cultivarse después de la alfalfa, las judías, los guisantes, las cebollas, el ajo, los pepinos, los melones, el calabacín y algunas hortalizas de raíz. Los tomates no deben volver a la misma tierra durante 3-4 años, ya que el monocultivo provoca una disminución del rendimiento y una mayor incidencia de enfermedades y plagas. Elija terrenos protegidos del viento, llanos y regables.

Preparación del suelo

Esta labor se lleva a cabo a partir del otoño y comienza con una fertilización básica con abonos orgánicos (40 t/ha) y abonos químicos (en dosis indicativas de 250-300 kg/ha de superfosfato y 100-150 kg/ha de sulfato potásico, según el estado de abastecimiento del suelo). Los fertilizantes se incorporan al suelo con el arado. Las dosis son indicativas y deben determinarse tras un análisis del suelo. En primavera, deben aplicarse fertilizantes con mayor contenido en nitrógeno o fertilizantes equilibrados, pero no antes de haber realizado un análisis del pH.

Antes de la plantación, pueden aplicarse herbicidas preemergentes, dependiendo de las especificaciones de cada producto. El terreno puede modelarse en caballones o capas elevadas, para permitir que el suelo se caliente más rápidamente.

Productos Recomendados

Lea atentamente y siga las instrucciones de la etiqueta de cada producto
Plantación de plántulas
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Los tomates pueden cultivarse en invernaderos o en invernáculos. La siembra se realiza con moderación, en hileras de 5 cm de separación y 2 cm entre plantas por hilera. Para una hectárea se utilizan 250 g de semillas certificadas, pretratadas. No se recomienda utilizar semillas cosechadas de cultivos anteriores, ya que pueden ser portadoras de enfermedades.

Para facilitar la germinación, las semillas pueden mantenerse húmedas utilizando productos específicos.

El sustrato en el que se sembrarán las semillas debe ser de buena calidad, preferiblemente libre de enfermedades, plagas y semillas de malas hierbas. Puede utilizarse una mezcla de tierra de moho de jardín, turba, compost de hojas, pero en este caso, el sustrato debe desinfectarse con productos específicos.

Productos Recomendados

Lea atentamente y siga las instrucciones de la etiqueta de cada producto

Tras la siembra y la brotación, puede realizar tratamientos con fungicidas autorizados para reducir el riesgo de marchitamiento.

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Lea atentamente y siga las instrucciones de la etiqueta de cada producto

Despues de la aparición de las dos primeras hojas verdaderas, las plántulas se trasplantan a macetas o bandejas alveolares. Tras realizar esta labor, se pueden aplicar productos para estimular el desarrollo radicular. Una semana después del trasplante, se puede realizar una fertilización foliar con abonos específicos, en función de las necesidades de las plántulas, para suministrarles los elementos necesarios para su crecimiento. Deben seguirse las especificaciones de la etiqueta en función del producto elegido.

Productos Recomendados

Lea atentamente y siga las instrucciones de la etiqueta de cada producto

La edad de la plántula en el momento de la plantación debe ser de 45 días, y la plántula debe ser sana y vigorosa, con entrenudos cortos. Las plántulas se riegan bien un día antes de plantarlas y 1-2 semanas antes de endurecerlas. Este procedimiento consiste en abrir las ventanas del vivero/polillero por la mañana y cerrarlas por la tarde. En la última semana, las ventanas se dejan abiertas durante la noche, para que las plantas puedan aclimatarse a las nuevas condiciones ambientales.

Plantación
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La época óptima de plantación es entre el 1 y el 25 de mayo. Si se desea establecer un cultivo de verano-otoño, las plántulas pueden cultivarse en semilleros sin calefacción o en estanques sin calefacción, o incluso en el campo y la siembra tiene lugar durante el mes de junio. Los cultivos destinados a la industrialización, establecidos con variedades e híbridos de crecimiento determinado, pueden sembrarse directamente desde mediados de abril hasta principios de mayo, dependiendo de las condiciones climáticas. Se recomienda sembrar en intervalos escalonados de 10 días para cosechar la superficie cultivada en el momento adecuado.

Antes de plantar, se riegan las plántulas de tomate sumergiendo la maceta en una solución de un fungicida específicamente diseñado para combatir el marchitamiento. Siga las recomendaciones de la etiqueta, en función del producto elegido. Para el riego posterior, se puede instalar un sistema de riego por goteo antes de la plantación. Las plántulas se plantan a 10-15 cm de profundidad, a 70-100 cm de distancia entre sí y a 30 cm por hilera, según la variedad. Tras la plantación, se riega y se fertiliza para estimular el enraizamiento. En el siguiente riego, se puede aplicar un producto para mejorar la fertilidad y la estructura del suelo y crear mejores condiciones de absorción radicular.

Control de plagas y enfermedades

Se realiza aplicando tratamientos con fungicidas o insecticidas autorizados. Para evitar la aparición de enfermedades o plagas resistentes a la acción de los productos fitosanitarios, se recomienda alternar los productos.

Control de malas hierbas

Se realiza mediante azadas repetidas, que destruyen las malas hierbas y mantienen el suelo suelto. Las malas hierbas también pueden controlarse químicamente aplicando herbicidas.

Productos Recomendados

Lea atentamente y siga las instrucciones de la etiqueta de cada producto

Trabajos de cuidados

Las variedades de tomate de crecimiento semideterminado e indeterminado necesitan un sistema de soporte. En los cultivos de campo, las plantas se pueden sostener con estacas, colocadas junto a cada planta, o se puede instalar un sistema de soporte en espaldera, que permite atar las plantas verticalmente con cuerda.

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Un trabajo muy importante en la tecnología del cultivo de tomates es la poda de los chupones. La operación consiste en eliminar los brotes laterales (chupones), que aparecen en las axilas de las hojas. Si se dejan en la planta, el crecimiento de chupones provoca una disminución de la producción y favorece la aparición de enfermedades, consumiendo los recursos necesarios para que la planta dé fruto. Los chupones se eliminan cuando alcanzan unos 4 cm de altura.

Dependiendo del ciclo de producción y de la variedad, las tomateras pueden pinzarse tras la formación de 4 estadios para obtener cosechas tempranas.

Tras los trabajos de poda de chupones, pinzado y defoliación, se recomienda aplicar fungicidas curativos a base de cobre para favorecer la cicatrización.

La defoliación es una labor que garantiza la aireación del cultivo.

Se eliminan del cultivo las hojas secas y enfermas de la base. Una vez que los frutos del primer piso han alcanzado el tamaño óptimo, se pueden eliminar las hojas del envés.

Para mantener la humedad del suelo y controlar las malas hierbas, el cultivo puede acolcharse con papel de aluminio o material orgánico. Si la lámina de acolchado se instala a lo largo de las hileras, las malas hierbas de éstas pueden eliminarse mediante azada o aplicando un herbicida específico.

Productos Recomendados

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El acolchado calienta el suelo, regula su humedad, mantiene un buen estado fitosanitario, impide el desarrollo de malas hierbas y reduce el número de trabajos de mantenimiento.

En el caso de los cultivos extensivos, no es necesario estimular las flores para que cuajen los frutos, ya que la polinización la realizan los polinizadores. Si se prefiere estimular las flores, para obtener frutos más grandes y precoces, se puede utilizar un estimulante de la fructificación.

Riego

Se realiza en función de las condiciones ambientales y de la cantidad de precipitaciones y, en períodos secos, el riego puede ser incluso diario, sobre todo en las fases de máximas exigencias (floración, fructificación, maduración).

Fertilización

Las tomateras son grandes consumidoras de nutrientes y necesitan fertilizantes tanto radiculares como foliares. 1-2 semanas después de la plantación, se aplican más fertilizantes ricos en fósforo o equilibrados para favorecer el enraizamiento.

Productos Recomendados

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Durante la floración y el crecimiento de los frutos, pueden aplicarse fertilizantes foliares para favorecer el cuajado. También pueden aplicarse fertilizantes granulados, con un contenido que satisfaga las necesidades nutricionales de este fenotipo.

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La maduración de la fruta requiere mayores cantidades de potasio, y para ello pueden utilizarse productos con un mayor contenido de este macroelemento.

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Cosecha
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Los tomates se cosechan en plena madurez, cuando son rojos y se cultivan en sistema familiar. En los cultivos comerciales, los frutos se recolectan en la fase de maduración, especialmente los híbridos capaces de posmaduración. Para la conservación (encurtido), la fruta se recolecta cruda o cuando ha alcanzado el tamaño óptimo.

Normalmente, la recolección se realiza manualmente, por etapas, durante la maduración del fruto. Los tomates de crecimiento determinado y maduración concentrada, cultivados para la transformación, pueden recolectarse mecánicamente.

CULTIVO DE TOMATES EN ZONAS PROTEGIDAS

Preparación del suelo

Se realiza de forma similar al cultivo en campo, comenzando en otoño, una vez retirado el cultivo anterior. Como la incidencia de enfermedades y plagas es mayor en las zonas protegidas, se recomienda desinfectar con productos específicos antes de plantar los plantones.

Establecimiento de cultivos
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Se realiza con plántulas producidas en invernaderos climatizados, según el procedimiento descrito anteriormente. La edad de la plántula de tomate, en este caso, debe ser de 50-60 días y las labores de siembra se realizan en función de la época de plantación. Las plántulas pueden plantarse a partir de mediados de marzo, en función de las posibilidades de calefacción.

Se recomienda regar con agua a una temperatura lo más cercana posible a la del interior del espacio protegido, para no crear estrés térmico a nivel de las raíces. El riego de las plantas debe realizarse mediante sistemas de riego por goteo, con la frecuencia necesaria, para que las plantas se beneficien de agua suficiente en los fenotipos de crecimiento.

Control de malas hierbas

Se realiza preferentemente aporcando o utilizando láminas de acolchado. En zonas protegidas, las láminas de mantillo pueden extenderse por toda la superficie del suelo, lo que tiene efectos beneficiosos sobre la temperatura del suelo y el mantenimiento de su humedad.

Trabajos de cuidados

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Son similares a los especificados para el cultivo en campo. Dado que los polinizadores no están presentes durante el período de floración del cultivo, es necesario utilizar estimuladores específicos.

Está indicada la ventilación diaria de los espacios protegidos, en los momentos más calurosos del día. La ventilación diaria se realiza aunque las temperaturas exteriores sean bajas, para favorecer el intercambio gaseoso.

Control de plagas y enfermedades

Se realiza aplicando tratamientos con fungicidas o insecticidas autorizados. Para evitar la aparición de enfermedades o plagas resistentes a la acción de los productos fitosanitarios, se recomienda alternar productos con distintas sustancias activas.

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